ENSAYO
ROMA DESORDENADA
JUAN CLAUDIO DE RAMÓN
(Siruela – Barcelona)
Roma desordenada es un tapiz que muestra las múltiples manifestaciones culturales de la ciudad eterna.
En el prólogo, Ignacio Peyró nos anticipa que “de la lectura del libro de Juan Claudio de Ramón lo que inferimos es que no se puede vivir en Roma sin ser conscientes de un privilegio”.
Lo primero que hay que decir es que Roma desordenada no es una guía de turismo ni un libro de viajes, ni fue escrita por un turista de paso. Es la visión de alguien que ha permanecido, ha vivido y recorrido sus lugares más icónicos y los más desconocidos también. Se trata de la escritura de un español cautivado por la italianidad y que siente la riqueza intercultural: “Sólo en Roma, escribe Quevedo, ‘lo fugitivo permanece y fuga’, decir que todos los caminos conducen a Roma es menos exacto que decir que de Roma salen todos los caminos”. Así el autor nos dice que este libro es “una relación desordenada de amores topográficos y las historias que evocan”.
Conviene también saber que su recorrido será a través de las múltiples Romas, la antigua, la papal, la fascista, la Roma de la periferia, la medieval, la judía, la Roma efímera de La dolce vita, la Roma urbi y la orbi, la Roma del silencio durante la pandemia de covid-19.
La primera mirada se detiene en los colores, en el blanco tiza, en el naranja, en las tonalidades de las fachadas, en colores pasteles o saturados que responden a una selección cuidada de un código cromático en tránsito, en permanente debate, al que se suma el azul del cielo y el verde de los pinos. El pintor español Ramón Gaya, exiliado en esta ciudad, registra en su diario: “Sol y pinos.” Se han censado 120.000 ejemplares de estos árboles en Roma.
Monumentos, cine...
Estatuas célebres como la de Paulina Bonaparte son motivo de explicación y referencias histórico-políticas. Los ángeles, las fuentes y las plazas constituyen hitos de Roma que se visitan y describen con fruición.
El autor se detiene en cada monumento del centro histórico, en el EUR, “la penúltima utopía totalitaria, como son todas las utopías que soñó la humanidad europea”, es allí donde vive el Marcello de La dolce vita.
De Ramón nos propone diferentes formas de mirar el Pantheon, nos acerca la gastronomía, la invención de la carbonara y los espaguetis de medianoche, la margherita y el gelato, el cine y el café, notas sobre los etruscos, todo parece confluir en las páginas de esta semblanza de Roma.
Caravaggio, Bernini versus Borromini, Belli, el poeta romano, se dan cita en las páginas de Roma desordenada. Juan Claudio de Ramón nos dice: “Miguel Angel sobrecoge con su terribilità, Bernini muestra que la escultura es capaz de captar una escena dinámica, pero es con Canova que el mármol alcanza por fin el descanso, la delicadeza indecible con que los brazos de Eros sostienen la cabeza y el seno de Psique”.
Pier Paolo Pasolini había definido la periferia romana como “esa corona de espinas que ciñe la ciudad de Dios” y mientras sopla la suave brisa del siroco se impone un paseo por el barrio del Pigneto. En este sector se encuentran las locaciones de Roma città aperta de Rossellini y Accattone. Otro barrio especialmente convocante es la Garbatella recorrida por Nanni Moretti en sus paseos en Vespa en el filme Caro diario. Es un barrio color ocre, racionalista pero con filigranas art déco con orgullosa identidad de barrio comunista.
Un globo de silencio
El Corviale o “serpentone” es un edificio que se asemeja, como bien advierte el autor, a un barco, a un portacontenedores varado en mitad de Italia con miles de ventanas en lugar de camarotes; parangonable a una ballena de hormigón que nos acerca a una visión insospechada de Roma.
Suburra y Trastevere, los problemas de sostenibilidad del Testaccio, Villa Adriana, son lugares e historias romanas que atrapan al lector.
El libro se cierra con la Roma “inmersa en un globo de silencio”. En efecto, se ha desatado la pandemia de covid-19 que aísla, separa y encierra; pero no por ello se deja de escuchar por altavoces una canción de Adriano Celentano que habla de la desolación en la ciudad.
Sin lugar a dudas, el lector disfrutará de esta visión de Roma a través de la mirada estimable y curiosa de Juan Claudio de Ramón.
© LA GACETA - Elena V. Acevedo.